Autosuficiencia vs Consejeros Sabios

Autosuficiencia vs Consejeros Sabios

Cuando Salomón murió dejó el reino de Israel en el cenit de su poder, extensión y riqueza. La monarquía hebrea era temida y respetada por sus vecinos y sus enemigos.

Roboam heredó todo esto de su padre. Al principio de su reinado recibió la visita de los ancianos de Israel que representaban los clanes y las tribus del país (1ª Reyes 12). Aquello era algo usual en aquella época y cultura. Los ancianos venían a renovar su fidelidad al nuevo monarca y, de paso, aprovecharon para presentar los asuntos que preocupaban al pueblo.

Era verdad que el reino estaba en una buena situación económica, militar y política, sin embargo, todo aquello se había conseguido al precio de una gran presión sobre la población. Los impuestos, las servidumbres y los trabajos forzados se habían hecho insoportables para los israelitas. Así pues, los ancianos decidieron pedirle al nuevo rey que aligerara la tremenda presión fiscal que el pueblo tenía que soportar.

Roboam también heredó de su padre un buen número de consejeros de gobierno. Sin duda ellos debieron contribuir al éxito y la prosperidad de Salomón. El nuevo monarca decidió consultar con ellos la petición de los ancianos de Israel. Con gran sabiduría los consejeros le dijeron que accediera a las peticiones que los representantes del país le habían hecho. Es justo, le mencionaron, además, aconsejaron con gran sagacidad y prudencia, si lo haces tendrás su fidelidad para siempre.

Todo parece indicar que el consejo no fue del agrado del rey. Roboam buscó una segunda opinión, y la buscó entre sus compañeros de palacio, gente joven como él, hijos de los nobles del país que se habían criado juntamente con Roboam. Sus amigos le dieron un consejo totalmente opuesto al dado por los antiguos consejeros de su padre. Aconsejaron a Roboam que endureciera todavía más la presión que sufría el pueblo, que se mostrara duro e intransigente, de este modo, razonaron, sabrán quien manda, quien es el rey, quien tiene el poder.

Así lo hizo Roboam y las consecuencias para él fueron desastrosas. La actitud del monarca no gustó a los ancianos de Israel que consideraron totalmente injusta su actitud y, por tanto, todas, a excepción de las tribus de Judá y Benjamín que estaban vinculadas con la familia de David, dejaron de prestar fidelidad a Roboam, nombraron un nuevo rey, Jeroboam, y se constituyeron en un nuevo país, Israel.

La herencia de Roboam quedó mermada de manera dramática, perdió 10 de las doce tribus que le brindaban obediencia y todo su territorio quedó restringido a la parte sur del país. Todo aquello sucedió por seguir el consejo de malos amigos, por oír y hacer caso a aquellos que le dijeron lo que él deseaba hacer y cerrar sus oídos a aquellos que le dijeron, no lo que le apetecía oír, pero sí aquello que le era necesario saber y escuchar.

APLICACIÓN EN UN MUNDO POSTMODERNO
La autosuficiencia es una de las características del hombre postmoderno. No necesita de nada ni de nadie, es autónomo y centrado en sí mismo. En el mejor de los casos el hombre contemporáneo se rodea de compadres, gente que piensa y ve la vida como él la ve y, por tanto, le dice lo que desea oír, reafirma sus ideas y convicciones y evita cuidadosamente llevarle la contraria o decirle lo que debería decir.

La Biblia nos indica una y otra vez que la persona sabía es aquella que se rodea de buenos consejeros, personas que no necesariamente nos secundan y aplauden todas nuestras iniciativas, sino que nos confrontan, nos hacen ver nuestros errores y nos dan los consejos más adecuados para nuestras vidas.

Roboam es un buen ejemplo de la tragedia que supone rodearnos de malos consejeros y de la tremenda y absoluta necesidad de tener a nuestro lado a aquellos que pueden orientarnos a tomar sabias decisiones.

¿Cómo respondes cuando eres enfrentado por personas que no piensan de la manera que tú lo haces? ¿En quién te apoyas para tomar tus decisiones? ¿Qué personas tienes a tu alrededor que pueden orientarte adecuadamente?

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