
Mediante las sencillas palabras del versículo anterior, Jesús nos enseña un punto importante y quizás a menudo descuidado. Se trata de la necesidad de tomarse el tiempo de orar en un lugar privado, a fin de alejarnos de todo lo que nos distrae. Para muchos de nosotros la vida cotidiana está llena de actividades, obligaciones, proyectos y distracciones que llenan rápidamente los espacios de tiempo libre. Debemos aprender a consagrar un tiempo para Dios en medio del ritmo de nuestras jornadas. Cuanto más agitada sea nuestra vida, más necesario es detenernos cada día para estar a solas con el Señor…