
La juventud es la gran diosa de los últimos años, nadie quiere envejecer y cada día cobra más fuerza la falsa idea de que el éxito o el fracaso dependen de cuan “joven” nos podamos mantener. El endiosamiento de la juventud difunde una idea principal: nadie quiere ser viejo; por lo que el mundo está dejando de lado los valores, que por muchas generaciones, pueblos de distintos lugares del mundo han definido como base de su cultura.
Recuerdo la anécdota relatada por un destacado Psiquiatra, quien hace poco, en una reunión de adultos de la Iglesia, nos contó que recientemente había viajado a los Estados Unidos, para visitar a su familia, tuvo oportunidad de acercarse a su nieto mayor, quien atravesaba la edad difícil de la adolescencia y aplicando todo su interés en ayudarlo le dijo: … “Querido, me gustaría que tengamos unos momentos de conversación”. Se sentaron y le dijo: “Cómo andan tus cosas, tenés preguntas o problemas?, quisiera ayudarte”, El nieto le contestó: “No abuelo, gracias, cuando yo tengo dudas o necesidad de consultar algo, lo hago por Internet y encuentro todas las respuestas que necesito”. Una respuesta graciosa, si no fuera trágica!
Quiero transmitirles, especialmente a los jóvenes, un secreto que puede serles de utilidad; creo que hay muchas personas que fracasan en su vida porque no quieren escuchar. Durante mi vida, tuve oportunidad de ser responsable de desarrollar proyectos de todo tipo; casi siempre me fue bien, porque además de poner mi esfuerzo y dedicación, fue fundamental la consulta, buscando conocer el detalle de los pros y los contras, de cada alternativa, antes de tomar decisiones definitivas. Por lo que siempre fue importante encontrar y recurrir a personas experimentadas y conocedoras del tema considerado. Tuve cuidado en alentarlos a que me transmitieran con total honestidad sus opiniones y puedo asegurarles que obtuve muchos beneficios y evité grandes tropiezos.
Si alguien quiere asegurar su propio fracaso, no debe consultar, ni escuchar a las personas que tienen experiencia. Muchas veces las personas creen que si consultan, están demostrando debilidad y pueden ser criticadas; craso error, la verdadera debilidad es tomar decisiones sin escuchar ni evaluar las recomendaciones y consejos. Es la debilidad del amor propio y la soberbia la que nos lleva a no escuchar a los que pueden ayudarnos.
Muchas empresas en el mundo, a partir de mediados del siglo pasado, comenzaron a aplicar nuevas políticas de Management, reemplazando personal con experiencia por jóvenes. Se consideraba que ello produciría progresos y ahorros, al reducir niveles salariales y un mayor crecimiento, dado que sostenían que la “experiencia”, era un ancla que se oponía al “empuje y creatividad” necesarios en un mundo de cambios constantes, y que la edad estaba relacionada con la “resistencia al cambio”.
Personalmente, estoy convencido que hay personas de todas las edades que tienen características de creatividad, empuje, madurez y conocimiento; y que las mismas no necesariamente tienen relación directa con la edad biológica. Pero también reconozco que la experiencia es un factor valioso que debe ser apreciado en toda empresa humana.
A fines del siglo pasado, después del fracaso de la implementación de la consigna: “Viejos, fuera!”, que produjo gran cantidad de despidos y reubicaciones. Muchas empresas revisaron su estrategia y produjeron cambios importantes.
En todo el mundo, las empresas fueron afectadas por pérdidas millonarias por causa de decisiones tomados por inexpertos. En muchos lugares comenzaron a corregirse estas situaciones, y se lograron mejorar resultados aplicando una estrategia equilibrada del desarrollo gerencial, por lo que hoy está permitiendo, no solo a valorar la juventud por su empuje y creatividad, sino la revaloración del aporte conjunto.
Un ejemplo bíblico, que sucedió hace más de 3000 años, nos relata, sobre el reino de Israel (1ª Reyes Cap. 12), que muerto el rey Salomón, su hijo Roboam, asumió el reinado; pero se condujo con soberbia y arrogancia, apoyándose solo en consejos de jóvenes cortesanos y aplaudidores, cuyas palabras agradaban a sus oídos. Como resultado, pronto se terminó destruyendo su Reino, del cual solamente quedaron dos tribus (Judá y Benjamín), y las restantes diez tribus desaparecieron hasta hoy!.
A veces se considera que las decisiones inexpertas, son errores que se corrigen con el tiempo, pero cuántas decisiones equivocadas producen daños irreparables del que muchas veces, en la vida, no tenemos retorno!
Ing. Eduardo Armen Hayetian