Así como Ana, la profetiza «no se apartaba del templo sirviendo noche y día con ayunos y oraciones» (Lucas 2:37), un grupo de mujeres nos reunimos jueves por medio en el templo, para profundizar un mismo sentir y servir al Señor silenciosamente. Si bien, obtenemos edificación al estar juntas y teniendo comunión, nuestro propósito es diverso. Oramos por las generaciones que nos siguen, tenemos fuertes testimonios que consolidan nuestra fe y tenemos el firme propósito de sostener a la iglesia en oración. Además, oramos por la integración generacional y hemos propuesto al Señor proyectos de interacción con grupos de mujeres de otras congregaciones y otras ideas, que, si ustedes oran por nosotras, el Señor concederá (y entonces les contaremos de qué se trata!).
Les regalamos Jeremías 18:2-6
Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel.
Seamos barro que el Señor modele a su imágen.