“No hay hombre que tenga…potestad sobre el día de la muerte” Eclesiastés 8:8
“La paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús” Romanos 6:23
Era un artista con mucho éxito: tenía una riqueza incalculable, su fama había ido más allá de las fronteras, la gloria de este mundo le sobraba. En uno de sus últimos álbumes a menudo evocaba la desesperación de los hombres. A un periodista declaró: “La muerte es algo que me da mucho miedo. Amo demasiado la vida para pensar en que se va a acabar”.
Sin embargo, la muerte está allí, es inevitable. Todos los placeres que la vida ofrece se acabarán; el hombre más rico no podrá llevar nada, absolutamente nada consigo.
Pero el asunto es aún más serio, pues habrá que rendir cuentas a Dios, al Dios que nos ofreció su gracia enviando a su Hijo Jesús a la tierra. Dios tendrá que juzgar a todo el que no haya querido creer. Entonces será demasiado tarde, y los arrepentidos más amargos no podrán cambiar nada de su futuro eterno. Qué contraste con el apóstol Pablo, quien lejos de tener miedo a la muerte, escribió desde una cárcel: “Teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor” (Filipenses 1:23). Sólo una cosa lo animaba a esperar: podía vivir, no con abundancia de bienes materiales y comodidades, sino para Jesucristo. Dios le daría la gloria que los hombres no le habían dado.
Y usted, ¿tiene miedo a la muerte? Eche mano de la vida que Dios le da. Por amor a nosotros Cristo venció la muerte y a aquel que tenía poder sobre ella.
Dios da la vida eterna a todo el que deposita su confianza en el Señor Jesús y cree en su sacrificio expiatorio.