«El Señor miró desde los cielos a la tierra, para oír el gemido de los presos, para soltar a los sentenciados a muerte” Salmos 102:19-20.
“Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu” Salmo 34:18.
“Estoy en la cárcel desde el año 2005. En este lugar la oración es una fuente de energía, un manantial de esperanza y paz”.
“Estoy en la cárcel, pero las rejas sólo son de metal. Nada ni nadie podrá quitarme mi libertad ni mi fe en Jesús nuestro Salvador. Encontré al verdadero Cristo gracias al capellán de la cárcel. Antes creía en Dios, pero era como un niño perdido en el camino. Cometí pecados, pero Jesús me iluminó el camino y me perdonó”.
“Estoy detenido, triste, olvidado… excepto por Dios”.
“Estaba preso mucho antes de llegar a la cárcel, pues me hallaba bajo la influencia de las drogas, el sexo, el dinero…”.
“Fue en la cárcel donde tuve por primera vez una Biblia en mis manos, y doy gracias al Señor todos los días por haberme retirado a este lugar para hablarme y enseñarme a conocerlo”.
Jesús vino a la tierra “para dar buenas nuevas a los pobres…a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos” (Lucas 4:18).
“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el Nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna” (1ª Juan 5:13).
“El Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mi” (Gálatas 2:20).