Dijo Dios: no podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá.
Éxodo 33:20.
Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros”. Santiago 4:8.
Así como no basta escuchar los pasos en el piso superior para conocer al vecino que vive allí, para conocer a Dios tampoco basta con saber que existe.
¿Quién es Dios? No podemos explicarlo. Si tratásemos de hacerlo, sería creernos superiores e Él. “¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? Dice el Santo” (Isaías 40:25). Él está por encima de todo, en el origen de todo, y es dueño de todo. Pero, ¿cómo acercarme al Dios invisible, “que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver”? (1° Timoteo 6:16). Sabiendo que es el Todopoderoso, el Creador del Universo, ¿cómo podemos pensar en Su grandeza sin sentir vértigo? ¿Quién puede verlo y vivir?
Sin embargo, Dios desea revelarse a cada uno de nosotros, no para aplastarnos debido a Su majestad, sino todo lo contrario. Él nos invita a cada uno a ir a Él, porque nos ama. Dios mismo se acercó a nosotros por medio de Jesús, haciendo prueba de la mayor humildad. Jesús se humilló hasta la muerte de cruz para quitar todo obstáculo. Como único mediador entre Dios y los hombres, se dio en rescate por todos (1ª Timoteo 2:5-6). Todos los caracteres de Dios brillan en Jesús para todo el que cree en Él. Todo lo que Dios es lo conocemos mediante Jesús, y a través de Su Palabra, la Biblia, es puesto al alcance de la fe. Allí vemos Su Misericordia, Su Gracia, Paz, Justicia, Santidad, Poder, Sabiduría…
Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; y Su entendimiento es infinito.
Salmo 147:5.
Muy claro y bello