Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Romanos 5:8
Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamado hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a Él. 1° Juan 3:1
Una joven pareja fue a un orfanato y habló con el niño a quién deseaban adoptar. Para animarlo le enumeraron todo lo que pensaban ofrecerle: buena ropa, juguetes, una hermosa habitación, e incluso, si quería, una mascota.
Para su mayor sorpresa el niño no parecía entusiasmado, en absoluto, con todas esas promesas de bienes concretos, sino que les dio a entender cuál era su principal aspiración: tener por fin una mamá y un papá que lo amasen.
La actitud de ese huérfano muestra que las aspiraciones más profundas del corazón humano no son materiales. Los bienes materiales confieren cierto bienestar, pero no responden a la insatisfacción permanente del hombre. La primera necesidad de todo hombre es sentirse amado.
Jesucristo vino a manifestar el amor más absoluto, es decir, el amor que Dios siente por los hombres perdidos. Contrariamente al amor humano, el amor de Dios no varía en función del comportamiento del ser amado. En efecto, en el momento en que los hombres le demostraron cuanto lo odiaban, Jesús, por amor a ellos, se dejó crucificar. Así lo había anunciado a sus discípulos: Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos (Juan 15:13). Y usted, ¿conoce este amor?
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Juan 3:16