Cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a Su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera – 1° Tesalonicenses 1:9-10.
Los cristianos de tesalónica se habían convertido hacía poco tiempo, pero el apóstol pudo hablar con elogios de ellos. Testificó de su trabajo de amor y de su constancia en la esperanza (1° Tesalonicenses 1:3). Toda la región había oído hablar de ellos. Todos sabían que esos cristianos, después de haber dado la espalda a los ídolos que antes dirigían sus vidas, estaban ocupados en servir a Dios y esperaban el regreso de Jesucristo. ¡Éste es el programa para cada creyente! Servir y esperar, lo uno no puede ir sin lo otro.
Sólo podemos servir al Señor de una manera que le agrade si esperamos realmente Su regreso. Así, con el corazón lleno de gozo porque sabemos que pronto veremos a Aquel a quien amamos, y con el deseo de agradarle, haremos tranquila y esmeradamente lo que nos pide.
No estaremos esperándole sin hacer nada, pues sabemos muy bien que nuestro espíritu y nuestro corazón no pueden permanecer vacíos. Si no estamos ocupados en trabajar para nuestro Maestro, automáticamente las cosas terrenales ocuparán cada vez más lugar en nuestras vidas, nuestro amor por Jesucristo perderá su frescura y nuestro deseo de estar junto a Él menguará.
Levantémonos cada mañana pensando que quizás regresará hoy mismo; este pensamiento nos sostendrá y nos motivará en todas nuestras ocupaciones diarias. Entonces desearemos no despilfarrar el tiempo que nos queda, hasta que nos diga: Has sido fiel… entra en el gozo de tu Señor (Mateo 25:21).